martes, 22 de marzo de 2011

Voltaire en Verso

Existe un sentimiento,
un posicionamiento mental,
una caracteristica del ego,
miedosa pero ferviente,
quizá en trazos demente,
quizá en momentos animal,
pero exclusiva de la raza humana,
indiscutiblemente...

Vergonzosa, triste, surrealista e infame,
dolorosa, irritante, ruin e irreal.

Orgullosa portadora de blasfemias.

Fanatico enclave de incoherencias,
hipotesis paganas y demencias humanas.

Firme portavoz leal,
del mas antitético mal,
y de la sinrazon mas execrable.

Oh, intolerancia.

Completa y absolutamente del miedo y el fanatismo esclava...

Bien formada por dudas y carencias.

De antiguas creencias,
hipocresias mundanas,
teorias disolutas,
e inconclusas amalgamas tristemente uniformada.

Oh, intolerancia.

Que en sangre y fuego proclama,
que en cal viva aniquila y entierra toda diferencia esclava.

Oh, intolerancia.

Hija prodiga en suplicios y mesias...

Prodiga en delirios, infiernos y travesias por el desierto,
siempre vengadora de los mas naturales comportamientos...

Prodiga en intolerantes profetas,
semidioses, o ascetas de las multiples condiciones...

Elegidos, de las crueles imposiciones,
personajes prodigos,
en castigar con rabia aquello que consideran herejias,
ante los ojos de sus señores.

O ante los ojos de un pueblo que, ciegos,
continuan sus inhumanas imprecisiones,
en pos de un dios, algunas veces,
o en pos de una idea, o una vision,
o de un paraiso que carece
de toda racionalidad logica,
de todo humanismo coherente,
de cualquier tipo de rasgo
que la especie humana mece.

Oh, intolerancia maldita,
alegre virus floreciente,
de las inseguridades humanas,
siempre latentes
de reconfortantes hipotesis,
que abriguen de tranquilidad sus almas.

Oh, intolerancia.

Que tan lejos has llegado,
alla donde tus argumentos florecieron,
yo maldigo el momento,
en que estos proliferaron.
Orquestando a la raza humana
en dos partes bien diferenciadas:
aquellos que decidieron,
y aquellos que lo sufrieron.

Oh, intolerancia.

Amarga ramera, acido verdugo,
permanente en su rabia plena,
y siempre constante en su yugo,
ajena,
al vulgo y a sus redenciones,
a sus arrepentimientos,
y a sus opiniones.

Permanentemente ciega de la realidad,
y de sus multiples razones.
Permanentemente obtusa y orgullosa,
yace presa de sus interpretaciones,
junto a su hermana, mas callada, pero mas juiciosa...

La tolerancia...








(NOTA DEL AUTOR)

Tiemblo ante la posibilidad de que,
hoy dia,
una resolucion tan instintiva,
como es el reconocer a un igual,
denote connotaciones de marginalidad,
como las actuales...

Sean cuales sean los principios,
ideas, referentes o creencias,
que delimitan nuestras diferencias;
Paremonos a pensar...

HEY!

Ellas tan solo muestran la variedad y la riqueza global,
inherentes a nuestra multiculturalidad.

¿Por qué entonces sobreponer un juicio preconcebido a la realidad?

¿Por qué entonces elegimos odiar?

¿Por qué?

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